martes, 19 de diciembre de 2006

INDEPENDECIA, Fidelísimo, Independencia y empobrecimiento.

Los acontecimientos sucedidos en España; la invasión napoleónica, el cautiverio del rey Fernando VII y los consecuentes movimientos juntistas en España y América, caracterizaron al menos dos movimientos contrapuestos de amplios efectos en la configuración de la llamada provincia austral.

El primero de ellos corresponde al fidelismo hacia la corona española y especialmente a la junta de regencia; el segundo reformista y más tarde de carácter separatista.

Este movimiento tiene como característica esencial, mantener el orden colonial establecido, y entre otras, mantener a las autoridades coloniales y sus privilegios, cuestión sostenida fundamentalmente por los españoles peninsulares. De manera contrapuesta esta el grupo de la aristocracia criolla que en la primera etapa del proceso de emancipación es esencialmente reformista y más tarde separatistas, éstos desean ver cumplidas sus aspiraciones de grupo dominante, a través de la junta de gobierno y luego con el gobierno independiente.

El movimiento juntista tendió sólo a representar al estrato mercantil de la comunidad no al conjunto de ella el “poder” no se desarrollo como una potencialidad unificada de acción hacia fuera, sino que como un poder institucional gastado, al que no le interesa el estado de desigualdad hacia adentro; a cuyo fin, a menudo, hecha mano de la conveniente legislación imperial que castigaba draconianamente a vagos, ladrones y delincuentes. Contraponiendo aun más las posiciones de los grupos en disputa.

Este origen caracteriza al proceso revolucionario americano y, especialmente el chileno, que pone en disputa a la aristocracia criolla y peninsular.

Cada foco de tensión generó un foco de autonomía. Así los mercaderes de Santiago, La serena y concepción lucharon por revertir la hegemonía de Lima.

Los cosecheros y comerciantes locales intentaron sacudirse las expoliaciones mercantiles que aguardaban en todos los frentes (bodegaje, crédito, maquilas, pago de impuestos, etc.), mientras la masa marginal y laboral halla en la crisis una buena oportunidad para cambiar el trabajo forzado por los más remunerativos saqueo y bandidaje.

La región Austral, influenciada, Valdivia especialmente, por siglos de perseverante colonización, se constituye, no en una simple base de dominio territorial, sino en un cuerpo social lleno de vida, capaz de tomar decisiones en orientación a un desenvolvimiento histórico como territorio independiente de la nación que se esta pariendo el movimiento separatista, esta situación invita a evocar y mantener con ahínco su vinculo con el virreinato del Perú y por tanto con la corona española. Si bien la fisonomía de nuestra región, es aparentemente menos española a la hora de los sucesos es ostentosamente realista. “Ya en febrero de 1809 con ocasión del generoso donativo erogado por Valdivia para el sostenimiento de la guerra con Napoleón, el presidente de Chile había oficiado al gobernador dándole expresivas gracias y “ tributándolas también a los demás contribuyentes...”[1]. Ya en diciembre del mismo año se elegía diputado a las cortes de Cádiz.

Los sucesos acaecidos el primero de noviembre de 1811, en ocasión, de la convocatoria al congreso nacional, por parte de los patriotas, se produce un golpe dirigido por los cabildantes, apoyado por varios eclesiásticos y capitaneado tal vez por el único capitán en que se daban muchas de las condiciones para dar un paso de esta naturaleza, “Don Tomás de Figueroa”, el movimiento rápidamente suprimido, pero subsistió hasta marzo del año siguiente, en que otro movimiento de signo contrario instalo una junta de guerra monárquica, alertando al país respecto a lo que el baluarte militar del sur era capaz de llevar a cabo por si mismo, sin aguardar iniciativas foráneas... convirtiendo a nuestra región en baluarte de la resistencia española.

A Valdivia, Chiloé y Los Llanos, se le puede dar el carácter de foco de resistencia contra – independentista ya que asume el rol de: “Arsenal del ejercito del rey y punto de partida de todas las expediciones destinadas a la restauración del antiguo régimen”[2]

La adversa suerte experimentada por la causa real, a manos del ejército libertador y una guerra prolongada, genera un amplio proceso de desgaste que se precipita con proporciones de verdadero derrumbe, propias de un ejército que es derrotado, aún cuando, los grandes comerciantes, durante la guerra, logran crecidas ganancias. La segunda parte del desastre sería la falta de auxilio por parte de los gobiernos patriotas.

Esto se ve de manifiesto desde la toma de Valdivia por Cochrane, causa estragos “cuando llega la ciudad la noticia de la captura de la mayor parte de los castillos del puerto, el pánico se apodera de las autoridades y de la población; son saqueadas varias casas y buena parte del tesoro público es llevado por el ejercito real en su precipitada fuga al sur, mientras otra se entrega a la voracidad del populacho”[3].

Desde el mes de febrero del año 1820, estampa el ministro del tesoro al gobernador, Cuando “en 1824 en que las armas de la patria tomaron posesión de esta plaza y sus campañas, se han sacado de los hacendados y vecinos de los llanos y Osorno diferentes especies... este arbitrio ha sido seguramente indispensable... Pero no ha sido posible el mejor orden para los apuros y violentas circunstancias en que se ha visto esta provincia desde aquella época”

La automía y el relativo auge económico que vivía nuestra región comienzan a vivir, de manera cada vez más sería, las consecuencias frente a los vencedores del conflicto emancipador. Perdiendo la identidad económica alcanzada a mediados del siglo XVIII, esas comunidades habían dado identidad económica a varios segmentos del largo territorio del Chile y que no menos identidad tenia el complejo espacio económico cuyo polo era la ciudad puerto de Valdivia, que basaban su identidad en la actividad productiva exportadora la que se canalizó a través de este puerto de salida.

En los diez años entre la toma y el advenimiento de Portales al gobierno se suceden dieciocho cambios en el gobierno de la provincia, cuatro veces regida por juntas surgidas por tumultos políticos o por la multiforme asamblea provincial, en un principio su mayoritario sentimiento monárquico encuentra sucesivamente en el federalismo, en los del estanco, y en el partido pelucón un cauce adecuado a sus ideales. Situaciones todas que se suman a las convulsiones políticas e incapacidad de un gobierno que sale de un conflicto bélico y que no pueden ir en rescate de una región que cada vez más asume adquiere un rostro de pobreza y desolación.

En nuestra zona, fortunas presentes como la de don Antonio Manrique de Lara, antiguo comandante de las milicias de los llanos en el periodo español y su gobernador a partir de 1822 grafican claramente tal situación, en palabras de D. Rudulfo Amando Philippi, “Al estallar la revolución contra España había sido el hombre más rico de la comarca pero las tropas reales y patriotas en quitarle sus caballos para fines militares y en comerle su ganado..., ahora – 1850 – estaba completamente empobrecido”

[1] Gabriel Guarda O.S.B. “La sociedad en Chile Austral antes de la colonización Alemana 1645 -1850”. Ed. Andrés bello. Santiago de Chile 1979. P. 56
[2] Ibid. P. 56
[3] Ibid. P. 56

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la señorita Olga Boettcher defilando frente al edificio municipal

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